El juego en la etapa infantil
El juego en la etapa infantil
Una vía natural e idónea para el aprendizaje y el crecimiento del niño
Componente inherente a todas las culturas desde el principio de los tiempos, el juego constituye una característica intrínseca del ser humano, acompañándolo a lo largo de todas sus etapas evolutivas y permitiéndole desarrollarse, aprender y socializar, de una manera lúdica y abierta. Si bien pertenece a todas las edades, el juego se caracteriza sin embargo por ser una forma específica, privilegiada e innata de expresión infantil, constituyendo el principal motor de aprendizaje de los niños durante toda su infancia, y la actividad central de este período.
Vía natural y espontánea hacia el desarrollo afectivo, social, intelectual y psicomotor de los pequeños, el juego conlleva por otra parte numerosos beneficios adicionales para aquéllos, como la estimulación del entusiasmo, de la motivación y de la alegría, o el desarrollo de la atención, de la curiosidad y de la imaginación. Representa además una vía valiosa hacia la autoafirmación y el desarrollo de la autoestima del niño, que mediante el juego interpreta la realidad que lo rodea e interactua con ella, expresando sus emociones, desarrollándose y dando significado a sus experiencias.
Necesidad vital nacida del impulso exploratorio, presente desde los primeros meses de vida, el juego se presenta por consiguiente como un facilitador del proceso de aprendizaje en la infancia, una característica intrínseca que le ha permitido convertirse paulatinamente en un pilar fundamental de la intervención educativa durante el periodo de la primera infancia.
Si bien se le otorga actualmente al juego un lugar prioritario y una función preponderante en la educación infantil, aquella valoración positiva, firme y unánime por parte de los pedagogos y diversos profesionales del ámbito educativo no siempre estuvo, desgraciadamente, a la orden del día. Requirió el compromiso y la dedicación de numerosos pedagogos de renombre para que se subrayase finalmente su innegable importancia y que se le concediera el reconocimiento, la consideración y los méritos que le eran debidos.
El uso del juego en la educación infantil:
el modelo lúdico y los diversos tipos de juego
La educación infantil se caracteriza hoy en día por el uso del modelo lúdico, un planteamiento considerando el juego simultáneamente como medio – como fuente inagotable de aprendizajes – y como fin – como necesidad básica y fuente de placer para el niño. Mediante aquellas intervenciones educativas, el educador vela por garantizar al niño un derecho fundamental e indispensable para su desarrollo: el derecho al juego. Inconsciente de aquel proceso, simplemente movido por el interés y el entusiasmo, el niño sólo está jugando, y aprendiendo como consecuencia de aquella actividad placentera. No se trata por lo tanto de jugar para aprender, sino de aprender gracias al juego.
Resulta importante que el educador o los padres puedan seleccionar y favorecer una gran variedad de tipos y modalidades de juegos:
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Juegos funcionales (de 0 a 2 años) Se trata de las acciones que el niño realiza espontáneamente sobre su propio cuerpo o sobre objetos, caracterizadas por la ausencia de simbolismo. Los juegos funcionales participan al desarrollo psico-motor del niño.
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Juegos de entrega (de 1 a 3 años) Se trata de juegos tranquilos que implican una gran dedicación del niño al material. Contribuyen al desarrollo psico-motor y sensorial del niño.
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Juegos de construcción (de 1 a 3 años) Aquellos juegos permiten la manipulación de objetos y por lo tanto favorecen el desarrollo de la motricidad fina. Desarrollan por otra parte la inteligencia espacial y lógico-matemática del niño, ayudando en la adquisición progresiva de conceptos importantes relacionados como la forma, el tamaño, la cantidad…
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Juegos motrices (de 1 a 3 años) Los juegos motrices son imprescindibles para trabajar la motricidad gruesa de los pequeños (caminar, levantarse, correr, saltar, mover los brazos, la cabeza…). Permiten además al niño ir conociendo y dominando su cuerpo y sus posibilidades de movimiento, desarrollando su inteligencia corporal.
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Juegos sensoriales (de 1 a 3 años) Se trata de juegos que permiten – gracias al desarrollo de los cinco sentidos (la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto) – mejorar el conocimiento del niño del medio que lo rodea (naturaleza, vida cotidiana…) y de su mundo interior (emociones y sentimientos), mediante trabajos manuales o gracias a la experimentación sensorial. Se puede tratar de actividades de pintura, cocina, talleres de masajes corporales o de relajación… Los juegos sensoriales contribuyen a la liberación de las tensiones en el niño y a la expresión de sus emociones.
- Juegos comunicativos – vocálicos y lingüísticos (de los 6 meses a los 3 años) Los juegos comunicativos del bebé aparecen a los pocos meses con la emisión de sonidos, gorjeos, balbuceos, sonrisas, gestos (movimientos de los brazos, de la cabeza). Son la primera forma de comunicación del bebé con el mundo que lo rodea. Posteriormente, se pueden también potenciar juegos lingüísticos, después de la aparición del habla (mediante la repetición, el canto…).
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Juegos de imitación (de 1 a 3 años) Los juegos de imitación pueden surgir de manera natural o ser motivados por el educador. Se trata de la imitación por el niño de elementos de la vida, ya sean palabras, expresiones de la cara, ruidos de animales, gestos de las personas que lo rodean… Los juegos de imitación son infinitos y desarrollan numerosas dimensiones de la personalidad, desde el lenguaje hasta la inteligencia emocional.
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Juegos simbólicos (a partir de los 2 años) El juego simbólico es una representación de la realidad por el niño, durante el cual éste puede imitar la vida cotidiana de los adultos (por ejemplo, jugar a mamás y papás), o crear situaciones nacidas de su propia imaginación. Puede ser desarrollado de forma individual o en grupo y a menudo el niño utilizará objetos para simbolizar otros elementos de la realidad.
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El juego individual y el juego grupal En los primeros meses de vida es más natural el juego individual. Este nace del impulso exploratorio propio del bebé y le permite ir adquiriendo destrezas (psico-motoras, cognitivas, comunicativas) y familiarizarse con el mundo que lo rodea. Posteriormente, la instauración progresiva de juegos grupales permitirá el desarrollo de la socialización y de la cooperación en el niño.
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El juego libre y el juego dirigido Propiciar tiempos para el juego libre permite el desarrollo de la imaginación, de la creatividad y de la autonomía en el niño. Por otra parte, el juego dirigido permite trabajar objetivos específicos y definidos, y aumentar la atención y la concentración del niño.
Los beneficios del juego en el desarrollo del niño de 0 a 3 años
- Dimensión psico-motora
- Motricidad fina y gruesa
- Conocimiento y dominio del propio cuerpo
- Inteligencia corporal
- Dimensión cognitiva
- Lenguaje (inteligencia lingüística)
- Atención visual y auditiva
- Reflexión
- Organización lógica (inteligencia logicomatemática)
- Capacidad de representación y pensamiento simbólico
- Dimensión sensorial
- Desarrollo de los 5 sentidos
- Percepción sensorial
- Inteligencia naturalista
- Dimensión afectiva y social
- Interacciones interpersonales
- Socialización y comunicación
- Creación de vínculos afectivos
- Dimensión emocional
- Liberación de las tensiones
- Emociones positivas
- Expresión de las emociones
- Autoconocimiento (inteligencia intrapersonal)
- Dimensión artística
- Creatividad e imaginación
- Curiosidad e iniciativa
Recomendaciones prácticas para padres y madres
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- Dedicar un tiempo diario y de calidad para jugar con su hijo
Aquello contribuirá a su desarrollo y al compartir de los afectos.-
No estimular exageradamente a su hijo.
La sobreestimulación no es fuente de aprendizaje y el juego debe ser un momento placentero. Es importante jugar con el bebé o con el niño en un momento en el cual esté tranquilo, relajado y con ganas de jugar. También es importante que no tenga demasiados juguetes y objetos: una cantidad menor de juguetes le hará desarrollar en mayor medida su imaginación e iniciativa.
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No interferir o interrumpir el juego del niño
El juego es un momento de relajación y de experimentación para él. Interrumpir este proceso o adoptar una actitud directiva no le permite construir sus esquemas mentales y mantener su concentración. Resulta importante tratar de acompañarlo desde la observación.
- Aceptar las equivocaciones de su hijo con actitud positiva.
El ensayo y error es un proceso natural en el desarrollo. Alentar al niño le ayudará a no desanimarse y seguir experimentando. Es imprescindible no anticipar las soluciones, dejando al niño desarrollarse a su propio ritmo.
- Animar a su hijo a jugar con otros niños.
Convirtiéndose en un hábito, el juego colectivo le ayudará posteriormente a desarrollar valores como la ayuda y la cooperación, y competencias como la resolución de problemas y la creatividad.
- Favorecer la variedad en los juegos.
Los juegos tradicionales requieren a menudo únicamente el uso de dos sentidos: la vista y el oído. Resulta interesante introducir juegos que permitan desarrollar también los sentidos del olfato, del tacto y del gusto, ya que aquéllos constituyen potentes fuentes de aprendizajes.
- Favorecer la variedad en los espacios de juego
En casa, al aire libre… Variar los espacios de juego del niño le permitirá ir adquiriendo experiencias más diversas y ejerciendo mayores aptitudes (exploración y adaptación al medio, percepción sensorial.
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