El periodo de adaptación en la escuela infantil: Primeros pasos en un entorno desconocido
I. El periodo de adaptación:
características generales e implicaciones
El periodo de adaptación corresponde al proceso de transición mediante el cual el bebé o el niño o niña debe abandonar su entorno familiar, que le proporcionaba seguridad y confianza, para ir descubriendo y adaptándose progresivamente a un nuevo medio desconocido: la escuela infantil.
Este proceso educativo gradual – que le permitirá a mayor plazo ir desarrollando su autonomía y sociabilidad – representa sin embargo en un primer momento un cambio significativo y trascendental para el niño, que debe separarse – probablemente por primera vez – de sus padres o cuidadores principales, con los cuales estaba acostumbrado a convivir y a relacionarse, de los cuales solía recibir mucha atención y cuidados y la satisfacción de sus necesidades básicas, y con quienes compartía un vínculo afectivo esencial (el padre, la madre o los cuidadores principales constituyendo para él sus mayores figuras de apego).
El apego, objeto de estudio de numerosos autores (entre los cuales podemos destacar las aportaciones de Freud o Piaget), puede ser definido como el vínculo afectivo singular que desarrolla el bebé hacia sus cuidadores en sus primeros meses de vida. La aparición de este vínculo respondería, según el psicólogo John Bowlby (autor de la Teoría del Apego), a dos funciones principales en el niño: por una parte, la de obtener una protección incondicional gracias al mantenimiento de la proximidad con las figuras de apego, y por otra parte, la de adquirir una seguridad emocional que posibilite la exploración, el aprendizaje y la progresiva socialización del niño (Bowlby, 1953).
El vínculo de apego – manifestándose en el niño mediante conductas observables – condiciona también, por consiguiente, sus respuestas ante lo desconocido: se pueden así observar generalmente reacciones de alejamiento frente a personas que no le resultan familiares (en particular a los 8 o 10 meses de vida), y ansiedad por la separación, aquélla traduciéndose por reacciones de incomodidad o de desamparo frente a la ausencia de las figuras de apego. Aquellas manifestaciones frente a la separación suelen aparecer entre los 6 y 8 meses de vida, y alcanzar su mayor punto entre los 14 y los 18 meses, la intensidad de aquellas reacciones tendiendo a continuación a disminuir progresivamente, durante el periodo de la primera infancia (Shaffer, 2002).
La finalidad del periodo de adaptación reside por consiguiente, para el niño, en el uso de su capacidad para gestionar y superar progresivamente la ansiedad y las emociones generadas por la ausencia de sus padres, y para progresivamente adaptarse a este nuevo medio desconocido en el cual se encuentra inmerso. Este proceso adaptativo, que suele durar entre dos y tres semanas y responder a unas características determinadas, presenta sin embargo sistemáticamente grandes particularidades individuales, según las características propias de cada niño, la implicación de la familia, la adecuación de las condiciones y procedimientos según los cuales se desarrolla la adaptación en el centro, las reacciones singulares del niño y correspondientes respuestas educativas aportadas por el equipo profesional del centro y por los padres…
A pesar de aquella gran variabilidad individual, la planificación rigurosa del periodo de adaptación por los profesionales del centro y la atención individual e integral aportadas a las familias permiten una toma en consideración de cada caso plenamente satisfaciente, y una buena adaptación del niño a este nuevo entorno.
II. Los protagonistas del periodo de adaptación:
una cohesión necesaria
Para garantizar en mayor medida el buen desarrollo de este proceso, conviene subrayar que el periodo de adaptación descansa sobre la cooperación y la actuación conjunta de todos los protagonistas involucrados en él: así, si el niño debe tomar un papel activo y central en su proceso de adaptación, así como los educadores del centro – cuya función principal será la de acompañarlo y guiarlo a lo largo de aquella etapa – no se debe sobre todo obviar el papel esencial de la familia que constituirá un apoyo fundamental e imprescindible, tanto para el niño como para los profesionales del centro, para que la transición se desarrolle de la manera más suave posible. La cohesión entre los diversos protagonistas, que debería verse reflejada en particular en el establecimiento progresivo de una relación sólida de confianza mútua y en el mantenimiento de una buena comunicación a lo largo de todo el proceso, resulta necesaria y clave.
El presente artículo pretende por consiguiente recoger de forma resumida los principales objetivos de cada uno de los respectivos protagonistas durante el periodo de adaptación, así como aportar claves y recomendaciones pedagógicas útiles para los padres y madres que se enfrentan a los primeros momentos de su hijo o hija en la escuela infantil.
Bases pedagógicas de un buen proceso de adaptación
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Bebés y niños de 0 a 3 años: sentimientos y emociones, manifestaciones observables y objetivos específicos del periodo de adaptación
Como tuvimos la oportunidad de mencionar anteriormente, los bebés y niños pequeños, al verse separados de sus padres, pueden experimentar niveles altos de ansiedad durante sus primeros días en la escuela infantil. Las emociones que suelen generarse en ellos en aquellos momentos suelen ser la tristeza, la rabia, el miedo, y una fuerte sensación de desamparo. Aquello puede traducirse por manifestaciones observables, presentes principalmente en los primeros días tras la entrada al centro, y cuya intensidad suele ir disminuyendo a medida que el niño se va adaptando. Una de las manifestaciones más comunes es el llanto, sin que la ausencia de éste constituya sin embargo una señal de adaptación. Efectivamente, resulta frecuente poder observar a niños que no lloran pero en los cuales se puede notar un aislamiento o una ausencia de participación en las actividades o rutinas del centro, lo que constituye manifestaciones de la falta de adaptación del niño al nuevo medio.
Durante el periodo de adaptación, puede resultar frecuente que el niño presente perturbaciones del sueño, en casa (como insomnia o un mayor cansancio).
Los objetivos propios del bebé y del niño durante el periodo de adaptación serán por consiguiente:
EMOCIONALES Y AFECTIVOS.
El bebé o niño de nuevo ingreso debe asimilar y superar la ausencia temporal de sus cuidadores, y conseguir gestionar las emociones generadas por esta separación y por la inmersión en este nuevo entorno. Por otra parte, debe aprender a conocer a los educadores del centro e ir creando progresivamente un vínculo afectivo y de confianza con aquéllos.
EDUCATIVOS
A medida que transcurren los días, el pequeño debe familiarizarse y adaptarse al nuevo medio en el cual se encuentra inmerso: explorándolo poco a poco, a su ritmo, y descubriendo los materiales y lugares que lo componen. Debe además ir adaptándose a las rutinas y a las actividades diarias del centro, adquiriendo progresivamente nuevos hábitos gracias a este proceso adaptativo, y desarrollando paulatinamente su autonomía.
SOCIALES
La entrada en el centro supone compartir este nuevo entorno con otros bebés o niños. Un objetivo central del periodo de adaptación consistirá para el niño en establecer un primer contacto con sus otros compañeros del centro, para poder a continuación compartir e interactuar regularmente on ellos, desarrollando así su sociabilidad.
Para ayudar a los pequeños a alcanzar aquellos objetivos, los educadores del centro desarrollarán una función de acompañamiento individualizado del bebé o del niño durante todo su periodo de adaptación, facilitando su acercamiento progresivo al nuevo entorno, a las dinámicas del centro y al resto de sus compañeros.
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Objetivos específicos del equipo profesional del centro durante el periodo de adaptación
Para proporcionar un acompañamiento individualizado de calidad a cada uno de los pequeños que descubren la escuela infantil por primera vez, los educadores deben a su vez pasar por un periodo de adaptación, durante el cual su actuación suele basarse principalmente en la observación y responder a una serie de criterios y objetivos específicos, propios de aquella etapa. Dichos objetivos pueden recogerse sucintamente según la clasificación siguiente:
DIAGNÓSTICOS
Los educadores deben realizar un diagnóstico inicial de la situación y de las características de cada niño o niña, gracias a una lectura y análisis cuidadoso de la información proporcionada por la entrevista realizada con la familia antes del inicio del periodo de adaptación (respecto a los hábitos del bebé o del niño o niña, a sus posibles antecedentes médicos, a su personalidad y a cualquier información complementaria que la familia considera necesario aportar)
OBSERVACIONALES
El objetivo principal de los educadores durante esta etapa debe consistir en ir conociendo a los bebés, niños y niñas de nuevo ingreso, observando con minuciosidad sus actitudes y hábitos (alimentarios, de vigilia y sueño…) durante los primeros días en el centro. Por otra parte, la observación cuidadosa de las reacciones de cada niño o niña frente a la ausencia de sus padres, frente al nuevo medio y a sus nuevos compañeros, permite orientar de manera adecuada el acompañamiento individual del alumnado.
PEDAGÓGICOS
Los objetivos educativos durante el periodo de adaptación consisten en dar respuestas educativas adecuadas a las particularidades de cada niño o niña, propiciando su familiarización con el nuevo entorno y con las rutinas del centro. Los educadores deben además cuidar de proponer actividades que mantengan el interés y la concentración del niño y niña, y que favorezcan la progresiva aparición de interacciones entre los pequeños.
ACTITUDINALES, EMOCIONALES Y AFECTIVOS
Los niños y niñas son muy permeables y suelen captar fácilmente las emociones ajenas. Por aquella razón, los educadores del centro deben tratar de controlar su propio nerviosismo, adoptando una actitud positiva y tranquilizadora. Deben además demostrar paciencia y comprensión frente al proceso de adaptación del niño o niña, transmitiéndole confianza y seguridad. Aquellos primeros contactos entre el educador y el niño o miña sentarán las bases para la instauración progresiva de un vínculo de respeto y confianza mútua entre ellos.
COMUNICATIVOS
La comunicación es uno de los componentes clave de todo proceso educativo, y por aquella razón los educadores deben establecer y mantener una buena comunicación con el bebé o el niño / niña, desde el inicio del periodo de adaptación y durante toda su estancia en el centro. Aquella comunicación abierta y regular debería por consiguiente basarse en la escucha activa y en la expresión de las emociones, sentimientos y afectos. Por otra parte, resulta imprescindible que el educador asegure una comunicación regular y eficiente con los padres acerca del proceso de adaptación de su hijo/hija o de toda información u observaciones valiosas que considere necesario transmitir. Informar adecuadamente a los padres antes, durante y al finalizar el periodo de adaptación permite instaurar una relación de confianza con aquéllos, necesaria a la buena adaptación del niño o niña al nuevo ambiente escolar. Por otra parte, resulta interesante que los profesionales del centro puedan proporcionar asesoramiento educativo a los padres que lo necesiten, resolviendo posibles dudas o sugiriéndoles recursos adecuados para las diversas problemáticas expuestas.
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Objetivos específicos de los padres y madres durante el periodo de adaptación
Como su hijo o hija y los profesionales del centro, los padres y madres deben a su vez experimentar un periodo de adaptación durante el cual es posible y probable que lleguen a sentir nerviosismo o tristeza. Resulta natural que el hecho de confiar a su hijo o hija en edades tempranas pueda generar inquietud, y por aquella razón nos proponemos en este artículo exponer a los padres y madres los objetivos específicos que deberían tratar de cumplir durante el periodo de adaptación de su hijo, para agilizar este proceso en la mayor medida posible y experimentar progresivamente una sensación de mayor tranquilidad y confianza hacia el centro. Se proporcionarán por otra parte, a continuación, recomendaciones prácticas para la adaptación de su papel educativo a este contexto, y recursos útiles pudiendo ser utilizados en el hogar, para reforzar la acción de los profesionales del centro.
Los objetivos son los siguientes:
ACTITUDINALES
Resulta muy importante que los padres se involucren en la mayor medida posible en el proceso de adaptación de su hijo o hija: así, acciones simples – como planear una visita de la escuela infantil con él antes del inicio de este periodo, o participar en las actividades propuestas por el centro – suelen dar grandes beneficios a continuación, y facilitar la adaptación del pequeño o pequeña a su nuevo entorno. Otras acciones beneficiosas pueden ser el hecho de ayudarles a adaptarse a sus nuevos horarios, acostándolos por ejemplo más temprano o facilitando su adormecimiento gracias a la lectura de un cuento a la hora de dormir. Por otra parte, puede ser importante que los padres ayuden al niño o niña a elegir un objeto transicional que pueda llevar consigo a la escuela: se trata de un objeto con una importante carga afectiva que le proporcionará apoyo y seguridad durante sus horas en la escuela. Se puede tratar por ejemplo de un muñeco, peluche o trapo.
EMOCIONALES Y AFECTIVOS
La dimensión afectiva y emocional constituye uno de los elementos más importantes durante este proceso, ya que el niño o niña, al estar separado de sus padres durante las horas pasadas en el centro, necesitará mayores demostraciones de atención y afecto en casa, durante el periodo de adaptación: los padres y madres deberían por consiguiente tratar de pasar momentos de calidad con su hijo o hija antes y después de la escuela. Por otra parte, resulta necesario que gestionen adecuadamente sus propias emociones: sentir tristeza o inquietud es natural, pero resulta importante tratar de no transmitirle aquellas emociones al niño o niña, sino al contrario, ayudarle a construir sentimientos de confianza y de seguridad hacia la escuela. Adoptar una actitud positiva ante la situación no significa sin embargo inhibir o negar las emociones y las dificultades que el niño o niña sentirá probablemente en los primeros días en el centro. Explicarle simplemente que en un principio podrá experimentar emociones como la tristeza o el miedo le ayudarán, cuando esté en el centro, a entender sus emociones y a gestionarlas más adecuadamente. Para abordar las emociones y la situación singular de la entrada a la escuela infantil, existen múltiples recursos educativos pudiendo ser utilizados. Por aquella razón, decidimos crear una maleta pedagógica reuniendo aquellos recursos útiles, que estará disponible para padres y madres en este blog próximamente.
COMUNICATIVOS
El respeto de las emociones propias y de las emociones de su hijo o hija debe llevar a los padres y madres a adoptar una comunicación abierta y regular con éste – independientemente de su edad – animándole a hablar de la escuela, de las actividades que realizó, de sus impresiones y emociones. Si el bebé todavía no ha desarrollado el lenguaje, es muy beneficioso para él sin embargo que sus padres le hablen de la escuela, ya que la comprensión precede al lenguaje y que el bebé percibe muchos elementos de la comunicación desde muy temprana edad (gracias por ejemplo al tono y a las modulaciones de la voz, o a las emociones transmitidas durante el acto comunicativo). Mantener una conversación con el bebé presenta siempre grandes beneficios, pero resulta aún más importante durante este periodo, ya que el pequeño necesita sentir en mayor medida la presencia, la atención y el afecto de sus padres, de los cuales ha estado separado durante las horas pasadas en el centro.
Resulta además muy importante que previamente a la entrada al centro, los padres hayan explicado a su hijo de manera clara y concisa en qué consistía la escuela infantil, ofreciéndole explicaciones sencillas respecto a la separación (unas explicaciones que deberían ser repetidas siempre que el niño manifestase aquella necesidad). La preparación previa del niño para su entrada a la escuela infantil puede ser facilitada por la utilización de recursos específicos desde el hogar, que se presentarán en este blog en una maleta pedagógica estructurada.
Por otra parte, el establecimiento y mantenimiento de una buena comunicación entre los padres y los profesionales del centro ayudará al niño o niña a sentirse en confianza con aquéllos, a la vez que facilitará una actuación profesional efectiva de los educadores.
III. Recomendaciones prácticas para los padres y madres
Aparte de las directrices pedagógicas anteriormente expuestas, resulta necesario aportar algunas recomendaciones pedagógicas prácticas que facilitarán la adaptación del pequeño.
Se recomienda:
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Seguir las recomendaciones del equipo profesional del centro (puntualidad, ropa marcada, ropa comoda…)
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Tratar de que sean exclusivamente el padre, la madre o el tutor legal quienes lleven y recojan al niño o niña en la escuela, durante todo el periodo de adaptación
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En la medida de lo posible, no interrumpir el periodo de adaptación (ausencia del niño / niña, vacaciones…)
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Respetar el ritmo de adaptación propio del pequeño, sin agobiarle ni compararle a otros
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Evitar absolutamente frases inhibidoras de las emociones del niño / niña (« Los niños mayores no lloran »)
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Al contrario, normalizar las emociones del niño / niña y de los demás niños (« Lloran porque echan de menos a sus mamás. Es normal que se sientan así. Poco a poco se sentirán mejor y dejarán de llorar »)
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Sobre todo, no asustar a los niños o niñas ni amenazarlos con la escuela o con el educador: al contrario, transmitirles una imagen positiva y real, sin idealizarla.
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Manifestar cariño y afecto, sin sobreprotección (ya que dificulta el proceso de adaptación del niño o niña)
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Cada día, despedirse claramente del niño o niña, sin alargar las despedidas pero asegurándonos de que el niño / niña nos ha visto despedirnos