La escuela infantil: El lugar ideal para socializar con otros niños

La escuela infantil: El lugar ideal para socializar con otros niños

Actualmente el índice de natalidad ha descendido y es habitual que muchas parejas tengan un hijo único. Además, en las grandes ciudades a veces es difícil tener relaciones estrechas con los vecinos y muchas veces no vivimos cerca de la familia extensa, teniendo a primos y otros niños de la familia lejos del domicilio. Es por esto que uno de los lugares donde nuestro hijo va a estar en contacto con otros pequeños es en la escuela infantil y durante la escolarización, siendo por tanto una gran oportunidad de socialización y de adquirir conocimiento del mundo social.

Pero ¿Por qué es buena la relación con los iguales? Las personas somos seres sociales, vivimos en sociedad y nos beneficiamos del contacto con otras personas. Concretamente en los niños las relaciones con los iguales cumplen diversas funciones como, por ejemplo, aprender a canalizar y regular la agresividad, aprender a reconocer los derechos y deberes de los demás, así como ir progresando en el descentramiento tanto desde el punto de vista social y cognitivo. Esto serán las bases para el aprendizaje de la empatía y la convivencia en sociedad y ampliarán su conocimiento social.

¿Pero qué es eso del conocimiento social? Como se ha comentado el conocimiento sobre lo social nos hará adaptarnos mejor al medio, (ya que este medio es fundamentalmente social), y relacionarnos mejor con los demás, pero ¿qué significa y qué incluye exactamente ese conocimiento social? Pues si nos ponemos técnicos el conocimiento social se ocupa concretamente de aspectos como:

  • El conocimiento de los otros en tanto que personas diferentes a nosotros, de sus sentimientos, deseos, etc.

  • El conocimiento de nosotros mismos, nuestros deseos, sentimientos…

  • El conocimiento de las relaciones sociales entre individuos o relaciones diádicas

  • Y por último incluye el funcionamiento de grupos sociales más extenso, así como instituciones sociales.

¿A los niños les interesan los otros niños? ¿o sólo les interesan los adultos? ¿Es suficiente con que se relacione con adultos para socializarse? ¿Cómo son las relaciones de los niños con los otros niños? ¿Dependen de la edad?

La actividad social varía de acuerdo al desarrollo de las capacidades cognitivas, y ambas varían en función de la edad. En los primeros meses de vida no existe un interés específico por los otros niños, que serían un “objeto más a explorar”. A esta edad, para ellos aún, los otros niños son como si fueran “juguetes” y la preferencia es por el adulto que además es el que le proporciona cuidados. Es a lo largo del primer año de vida cuando el niño va aprendiendo a realizar juegos sociales y a obtener placer en las interacciones. A partir de los 12 meses ya manifiestan conductas prosociales y desarrollan mayor interés por otros niños, empiezan a buscar contacto con ellos. Y de los 2-3 años ese interés se convierte en una necesidad ya que los niños a esa edad necesitan estar en contacto con otros niños (y no sólo con adultos), y de hecho lo exigen. El conocimiento de los otros se adquiere experimentando las resistencias que ofrecen a la acción propia, descubriendo que tienen deseos y voluntad diferentes a los nuestros. Pero socializar no sólo es estar juntos, si no hacer cosas juntos, lo cual se fomenta en entornos como el de la escuela infantil.

 
¿Qué le interesa más a los niños? ¿los niños más mayores? ¿los más pequeños? ¿los del mismo sexo? ¿o los del sexo opuesto?

Para dar respuesta a estas preguntas hay que tener en cuenta las diferencias individuales, cada niño es único y diferente y puede tener unas preferencias más marcadas según sus gustos personales, que pueden estar influidos por si normalmente en su entorno se relaciona con niños más mayores o más pequeños, porque sus primos o vecinos del entorno son más mayores y son los que tiene disponibles, etc. Pero a grandes rasgos y en líneas generales, sobre los 3 años de edad es cuando se producen cambios en las preferencias, existe presión social para que se hagan tareas típicas o socialmente propias del sexo del niño, por lo que suelen reafirmarse en su identidad rechazando a los del sexo contrario y por tanto es frecuente y normal que a esa edad jueguen más con los del mismo sexo. Respecto a la edad de los niños con los que se relacionan, el estatus de la edad es importante para los niños. Suelen acoger mejor lo que venga de un niño mayor que de un adulto. Las relaciones con niños más mayores que ellos pueden propiciar cierta dependencia mientras que las relaciones con niños menores puede favorecer actitudes de cuidado, altruistas, etc.

¿Qué le aportan los otros niños que no le aporta el contacto con adultos?
Pero son 
las relaciones entre “pares de edad”, es decir, los de la misma edad que son precisamente los que comparten aula con ellos, las que son decisivas para dominar impulsos agresivos, aprender roles/papeles según el sexo, desarrollar la inteligencia social y el pensamiento social. Además es con los iguales con los que se produce la conducta de juego, tan importante para su desarrollo y que abordaremos en futuros post del blog.

¿Qué pueden hacer los papás para ayudar a la socialización del niño?
Es importante que los papás 
fomenten el contacto con otros niños en la medida de lo posible, ya sean hermanitos, vecinos, primos, niños con los que coincide en el parque de juegos, y por supuesto en ambientes más reglados como es la escolarización. Hoy en día los niños no están aislados, y la escolarización es obligatoria y universal a partir de los 6 años en primaria. Anteriormente, si bien la escolarización no es obligatoria, suele ser frecuente debido a que los papás trabajan. Como se ha explicado asistir a la escuela infantil, donde están en contacto con otros niños, interactuando y haciendo actividades en común, resulta muy beneficioso para la socialización del niño

¿Pero esto es normal o debo preocuparme?

Para comenzar responderé a la primera pregunta que posiblemente sea una de las que más se plantean los papás. Es importante aclarar que el que los niños pequeños lloren llorar cuando se separan de su figura de apego, es totalmente normal y natural. Precisamente la función de este llanto es obtener la proximidad y el contacto de las figuras de apego, y por tanto no sólo es normal y natural; se trata de una conducta que resulta adaptativa para la supervivencia del niño.

La psicóloga estadounidense Mary Ainsworth diseñó la prueba de “la situación extraña” para poder identificar y clasificar los tipos de apego de los niños. En esta prueba los niños que se clasifican como con apego seguro son precisamente los que lloran al separarse de su figura de apego (habitualmente la madre) y que cuándo ésta regresa se calman y buscan su proximidad. Por tanto es natural y adaptativo que los niños demuestren una clara preferencia por su figura de apego antes que un extraño.

Antes no lloraba tanto al separarse y ahora sí ¿es normal?

Muchos padres comentan “de más bebé no extrañaba a nadie, se iba con todos”. Esto es porque el apego pasa por diferentes fases. Y es sobre todo a partir de los 6 meses cuando hablamos de la fase de “apego centrado” propiamente dicho. A esta edad comienza a producirse la locomoción por parte del niño –gateo- y por tanto tiene evolutivamente más sentido prevenir que no se vaya con extraños. Por eso antes de los 6 meses no es mayor su malestar cuando se separa de la madre que cuando lo hace de otras personas, si bien sí existe una sensibilidad social discriminada (distingue a la madre de otras personas).

Respecto a la segunda pregunta ¿qué puedo hacer y qué no hacer? Algunos consejos:

  • Los papás deben ser una figura de apego que les permita una base segura para explorar el medio, y de hecho debe promover que el niño explore y experimente.

  • Es muy importante no sobreprotegerle y promover su autonomía ya que el intercambio con el medio que le estimulará y proporcionará aprendizajes.

  • Es importante también confiar en la escuela, saber que está entre expertos profesionales, que saben lo que hacen y están acostumbrados a estar con niños y han visto y tratado con muchos pequeños a lo largo de muchos años. Que conocen y ponen en práctica muchas estrategias (por ejemplo el periodo de adaptación gradual, la familiarización progresiva con el espacio, etc).

  • Es importante darse tiempo para que los profesionales del centro lleguen a ser también una figura de referencia y de apoyo para el pequeño, y durante el tiempo en la escuela serán su base segura para explorar, socializar, descubrir y aprender de todo lo que le rodea.

  • También debemos darnos un tiempo de adaptación a nosotros, los papás, ya que también nos tenemos que adaptar a esta situación de separación. A veces sin querer podemos reforzar que nos eche de menos, porque nos halaga que lo haga, o sentir una punzada de tristeza si notas que ya “no te necesita”. A veces lo pasamos peor que ellos por lo que es importante transmitirles seguridad e ilusión y no transmitirles más miedo a la separación.

¿Cuándo puede llegar a ser un problema?

Con aproximadamente una prevalencia del 4% en población general encontramos el trastorno de ansiedad por separación. Este trastorno es cualitativamente diferente a la existencia del habitual y normal llanto del niño cuando se separa de su madre/padre. Para poder diagnosticarlo tenemos que encontrarnos ante una ansiedad excesiva e inapropiada al nivel de desarrollo del niño, ante su separación respecto del hogar o las personas con las que está vinculado. Esta ansiedad extrema se pone de manifiesto por tres o más de los siguientes ocho síntomas durante al menos 4 semanas, y provocan malestar clínicamente significativo e interferencia en áreas importantes de la vida del niño:

  • Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar o de las principales figuras con las que tiene un vínculo de apego

  • Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras de apego que éstas sufran un posible daño

  • Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso dé lugar a la separación de una figura de apego importante (ej. Extraviarse o ser secuestrado)

  • Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a la separación

  • Resistencia o miedo persistente o excesivo a estar en casa solo o sin las principales figuras de apego o sin adultos significativos en otros lugares

  • Negativa o resistencia persistente a dormir sin tener cerca una figura de apego importante o a ir a dormir fuera de casa

  • Pesadillas repetidas con temática de separación
  • Quejas repetidas de síntomas físicos (cefaleas, dolores abdominales, náuseas o vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de apego.

Si tenemos sospechas de que la ansiedad es excesiva para la edad y el nivel de desarrollo del niño, no dudéis en consultar a un profesional. Si estáis interesados en conocer más sobre los tipos de apego o sobre cómo fomentar su adaptación y autonomía nos vemos en el próximo taller presencial!

 

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